Bueno, he aquí un álbum. Digo,
escribo, un disco, vinilo en este caso, que es la razón por la que muchos
gustan de esta bendita música que a los efectos de esta entrada vamos a llamar
rock (¿?). Blue Lines es el debut de la banda de Bristol, Massive Attack y
salió cuando la banda pugnaba por mantenerse. Bastante desorganizada, sin un
peso (libra) partido por la mitad, sin auto (lo tuvieron que vender para pagar
la sesión de cuerdas del tema Unfinished Sympathy) la banda no era tal por ese
entonces. Pero en Bristol, Inglaterra, hubo un apoyo incondicional de Neneh
Cherry (música ella también, hijastra de Don Cherry, trompetista de jazz,
productora y fan de los muchachos) quien los dejó grabar en el cuarto de sus
hijos, en su casa y les produjo artísticamente la placa, además de meter voces
y coros por ahí).
Está bien, dije rock, pero en sí
se definió el estilo como trip hop, aunque en el disco hay de todo y para todos
los gustos. A pesar de derivar y tener muchos elementos de trip hop, la musicalidad,
la armonía de los temas, su apertura hacia otros estilos fue lo que me sedujo.
Saben ustedes que no soy un oyente de hip hop ni por casualidad. Ya el primer
tema Safe from Harm con su bajo trepidante sampleado de un disco de Billy
Cobham y la voz de Shara Nelson te pasea por la noche en Londres, neblinosa y
peligrosa. Algo parecido a la canción que abría la serie The Sopranos pero en
diferente ciudad. Este disco fue original, de ruptura, una puerta abierta a la
mezcla de géneros, ya dispuesta a partir de otras de las voces del álbum:
Horace Andy. El veterano Andy ya tenía una reputación en la escena reggae de
los sound systems en la ciudad, pero acá se metió en otra liga. Una inventada,
novísima y le semtó muy bien.
los de cuerda fueron grabados posteriormente en los estudios Abbey Road de Londres, la única excepción que se regalaron en el exiguo presupuesto disponible. El resultado: una verdadera trip song, quizá el mejor tema del disco. Sin el sonido de un bajo, pero con coros sampleados de la Mahavishnu Orchestra y las cuerdas, es una cruza de hip hop con sonido ambiental. Y la voz increíble de Shara Nelson que flota hacia el infinito y más allá. La percusión (extraída de un instrumental de JJ Johnson) y los ocasionales sonidos de piano suman a la belleza de una canción que les abrió las puertas en el inconsciente colectivo de una generación de jóvenes británicos.
Y el cierre con Hymn of the Big
Wheel, con el agregado de la voz de Neneh Cherry, un toque soul y góspel es una
delicia por sí sola.
Llegué tarde es verdad. Por estos
días, el disco cumple 30 años y sigue creando adeptos. Me sumo.
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