The Wall Live - Roger Waters
07.03.2012
Estadio River Plate
Músicos: George E. Smith (bajo y guitarra), Jon Carin (teclados, sintetizador y voz), Robbie Wycoff (voz), Harry Waters (sintetizador, piano y órgano), David Kilminster (guitarra), Jon Joyce, Kipp, Mark y Michael Lennon (coros)
Con mucha ansiedad nos vamos acercando al estadio. Mucha gente, mucha tranquilidad y mucha alegría.
Nos toca entrar por Udaondo y vamos junto a otros miles caminando en una tranquila fila en constante movimiento que no se detendrá hasta que estemos dentro del estadio.
Lo primero que nos impacta ni bien llegamos a la tribuna que nos corresponde es la monumental pared que une la platea Belgrano con la Centenario de una altura de más de 20 metros. En el centro de dicha pared faltan numerosos ladrillos por lo que se puede ver el escenario y los instrumentos listos para ser tocados.
Primer problema para lograr una buena visión: no hay un “mangrullo”… hay tres!!! Por un lado nos genera un inconveniente para encontrar un buen lugar, pero por otro ya nos va dando una idea del sonido que vamos a disfrutar, (el show todavía no empieza y ya nos estamos emocionando).
Ya ubicados empezamos a descubrir, (o imaginar), como está armado el escenario, la ubicación de las 10 torres de sonido, vemos el cable que desde la parte alta de la tribuna se introduce al escenario y sabemos que es la guía que llevará al avión a estrellarse contra el muro, tratamos de ver en que lugar están las marionetas gigantes que suponemos deben estar en algún lado... Y el tiempo parece no pasar… ¿qué hora es?? ¿cuánto falta?? son las frases más escuchadas.
La puntualidad inglesa indica que todo debería empezar a las 21:00, pero la impuntualidad argentina estira la espera hasta las 21:15.
Las luces se apagan, las emociones y las gargantas se encienden, (y también miles de cámaras y celulares), y la fiesta empieza…
Uno a uno van sonando los temas de The Wall: In the flesh?, Another brick in the wall Parte 1 y Parte 2, (que incluye a un coro de niños sobre el escenario peleando con la marioneta gigante que representa al profesor), Mother, Goodbye blue sky…
Al final del primer tema el escenario estalla bajo los fuegos artificiales y el avión se estrella contra el muro haciendo aún más grande el hueco por donde vemos a la banda. Y lanzamos los primeros gritos ensordecedores de la noche.
Roger Waters prácticamente no hace otra cosa que cantar y tocar. No presenta los temas, y apenas nos dice: “Buenas noches Buenos Aires, gracias por darme la bienvenida. Quiero dedicar este show a la memoria de los desaparecidos, de los muertos y de los torturados, los recordaremos”.
Sabemos que The Wall es un disco oscuro, descarnado. Y para reforzar el concepto sobre la gran pared, (que hace las veces de pantalla gigante), vamos viendo fotos de soldados y civiles muertos en las guerras de los últimos años.
Es impecable la calidad del sonido que, a través de las 10 torres, nos envuelve como si realmente estuviéramos debajo de los aviones, o en medio de los helicópteros. Todos los instrumentos y todas las voces se escuchan a la perfección, a pesar que el sonido está “al palo”.
Las imágenes se proyectan sobre la pared, a veces cada ladrillo individual es una imagen, otras la pared entera sirve de tela para una única pintura.
Casi sin darnos cuenta la pared se ha ido completando con los ladrillos que faltaban y llega el momento del intermedio. Serán unos 25 minutos que nos servirán para recuperar el aliento y comentar las vivencias.
Nuevamente se apagan las luces y Hey you nos sorprende con la banda sonando invisible para nosotros detrás de la blanca pared.
Para Nobody home se abre un hueco y vemos a Waters sentado en un living, con sillón, lámpara y televisión…
Suena Confortably numb y todos miramos a lo alto del muro con la vana ilusión que sobre él aparezca David Gilmour, aunque sabemos que tal cosa no ocurrirá. Eso no quita que el tema suene con toda la calidad y la energía que nos gusta.
Sobre la pared las imágenes nos siguen dando mensajes sobre lo malo del capitalismo, las empresas que apoyan las guerras por fines económicos y se estampan consignas antibélicas. “El miedo construye paredes” reza una pintada gigante.
El clímax se alcanza con Run like hell, ya toda la banda está delante del muro y sobre este flamean las clásicas banderas rojas y negras con sus martillos cruzados. Waters nos acribilla, (literalmente), con una ametralladora de balas de salva, (pero no por eso menos reales), los casquillos vuelan por el aire trazando líneas de destrucción y muchos se conmocionan ante semejante realismo.
Termina The trial y en medio de una poderosa explosión el muro vuelve a caer entre nuestros gritos de euforia y emoción.
El humo y el polvo se asienta y podemos ver nuevamente a la banda que saluda sobre el escenario. Y mientras suena Outside the wall, Waters, trompeta en mano va nombrando y despidiendo a cada uno de los integrantes de la banda. Es el final…
Algún despistado se queda esperando y pidiendo “otra!!”, sabemos que no va a haber más…
Las luces se encienden, las emociones se aplacan, los cuerpos exhaustos se recuestan contra las gradas, los comentarios y los gestos salen a borbotones de las bocas y los brazos… todos queremos transmitir lo que sentimos, lo que nos pasa… y a todos se nos hace difícil…
The Wall Live encierra lo máximo que hasta ahora me tocó disfrutar como show musical / audiovisual. Fueron dos horas de maravillarnos y sorprendernos constantemente. No hubo un momento de respiro. Éramos parte de ese muro y nos sentíamos como esos ladrillos que eran colocados, iluminados, bombardeados y volteados por la música, las palabras y las imágenes…
Fabián Rubinich para Pintura Para Camaleones
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martes, 13 de marzo de 2012
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